Wednesday, March 10, 2004

autocrítica

Vivir con Janet es una de las cosas más importantes que he hecho en mi vida. Primero, porque ha sido una novia fuera de todo lo ordinario, logré aprender de ella y de mí un sinnúmero de opciones y posibilidades no todas llevables a la práctica por el común denominador de la gente. En segundo lugar porque iniciamos una relación en el momento, el lugar y la hora más equivocada.

Tal vez fue demasiada pasión la que nubló nuestra vista, o quizá fue que nuestras pasiones desbordadas eran realmente la base de nuestra relación.

Hoy parece acabar todo y no está siendo fácil, seguro que no.

Puedo ver como nuestras pequeñas diferencias parecen acabar con todo, como termitas ansiosas por comerse la madera podrida, como langostas etíopes arrasando los cultivos.

Duele, sí, pero si pensamos que no hay afinidad salvo en el sexo es probable que duela un poco menos, eso espero. ¿Y qué acaso el sexo no lo es todo?
Esta situación demuestra que no.

Siendo honestos, el sexo para ambos es una cuestión primordial, sin embargo estamos arrastrando los residuos de cada una de nuestras personalidades, yasí, con la misma fuerza con que atrae a nuestros sexos, hace que se desprecien las conciencias al grado del asco.

No creo que ninguno de nosotros este equivocado, no, es nuestro contexto el que lo está. Es todo lo que gira alrededor nuestro lo que nos separa. Curiosamente es lo mismo que nos atrajo: las diferencias, la posibilidad de sorprenderse ante lo novedoso, ante lo misteriosamente desconocido del otro que se muestra tan dispar a lo propio. Si en este momento pudiera hacer algo, sería cerrar los ojos y no pensar en nada. En nada que no sea ella claro está.

Hoy descubrí en Janet algo realmente maravilloso. Su talento para la gimnasia. A pesar de no haber entrenado y de haber llevado una vida de amasiato y malos regímenes alimentarios, hace las rutinas de manera sorprendente. Se ve tan hermosa, tan flexible, tan femenina.

Esto último lo disfruto tanto ahora, porque es algo que no le detecto salvo cuando está desnuda. O cuando a regañadientes se arregla para una ocasión más o menos formal.

Qué es lo que queda después de vivir unos meses con una mujer tan fascinante, una mujer de consignas de color de sangre, una mujer niña-mujer, que es capaz de llegar de la reflexión al berrinche y al engreimiento con solo parpadear un poco. Nada?, todo? por que tendría que doler su ausencia si es que no me gustan tantas cosas de ella? como cuando se aplasta en el piso del metro como pordiosera, como sus pantalones luídos y su chamarra vieja, como el poco arreglo personal que incluye el desaseo, o como cuando quiere irse de noche con su ex novio a embrutecer con alcohol y marihuana y no volver a casa, porque afirma disfrutar la vista de bellas artes de noche, hasta el amanecer. Esto último es como de novela barata, como best seller de editorial diana, por favor.

Ahora, mi cerrazón ante las experiencias poco comunes de mi querida Janet no son producto de mi imaginación. Ella los llama prejuicios, yo le llamo falta de respeto a los demás. Siento que es un problema de ego tan fuerte que necesita sentirse diferente para probarse a sí misma que puede hacer las cosas que se propone. Quizá tanta literatura haya influido en su manera de pensar que no es capaz de discernir entre lo literario y la vida cotidiana.

Y tal vez no esta mal que lo haga, que convierta su propia vida en un guión teatral. Debe alimentar su ego frente a sus autores favoritos. Pero hay algunos que prefieren una vida normal. Ya lo decía Renton en Trainspotting: choose life...
Yo sigo sintiendo que la postura que adopta es una pose tan poco auténtica como la que puedo llegar a adoptar yo frente a la industria del consumo.

Incoherencia? no, simplemente siento que respeto a los demás y no los descalifico por ser diferentes. Ella si.

Para Janet la trasgresión es un estilo de vida, tan placentero como irse a la cama.
Romper las reglas, ir contra lo establecido, provocar irritación, sabotear iridiscente los iconos del sistema o destruir la célula de la sociedad conocida como familia, han sido su pasatiempo a lo largo de estos años. Es como una dadaísta tardía, ni más ni menos.

Esa subversividad que además carga tatuada en la frente fue lo que me sedujo. Ahora es lo que me aleja de ella. Contradicciones y más contradicciones, trasgresión al más puro estilo Janet convertido en elemento de mi vida.

Si hubiera alguna manera de vivir en paz, la tomaría sin pensarlo.

Ahora que nació de ella el terminar nuestra relación me deja más tranquilo, no me siento culpable, me siento liberado.

Sin embargo nada está dicho, yo la he cortado, ella me ha cortado, pero verla a los ojos y rozar un poco su piel, hace que mis decisiones flaqueen y todo lo que detesto de ella se olvide por un instante.

La batalla, por supuesto que la va a ganar ella y la voy a perder por default, es mujer y eso le da ventaja, pero más que eso, su actitud indomable que tanto me encanta y que tanto aborrezco.

Yo prefiero los finales de película de cineclub, ella prefiere los finales de libro usado que compró en el centro...

A final de cuentas lo único que puedo decir hoy es que la amo, y que no.